07 agosto 2012

Señor Ortiz

Hace 35 años llegó al mundo. Lo hizo en Almería un 4 de agosto, en 1977. Aquel bebé, llamado José, con primer apellido prodecedente de su padre, Ortiz, y el segundo de su madre, Bernal, fue el elegido.

Criado en el popular barrio almeriense El Zapillo, desde muy pequeño hizo del balón su íntimo amigo. Ese afán por el fútbol marcaría su vida, y con el tiempo la de todo un club. José quedó ligado para siempre con este deporte, el cual lo llevaría a convertirse en un jugador único en el mundo.

El Zapillo Atlético fue el punto de partida.

Comenzó su carrera profesional defendiendo los colores de su equipo de barrio, el Zapillo Atlético. Debutó como futbolista en 1990. Lo hizo como benjamín y permaneció en dicho club hasta la edad de juvenil. En esa época apareció un contratiempo en su carrera. Sus padres, por cuestiones profesionales, se tuvieron que mudar de la capital a la localidad roquetera de Aguadulce. El Zapillo no quería perderlo, sin embargo a José le era imposible asistir a los entrenamientos debido al desplazamiento que había que hacer. Lo que sí tenía claro es que iba a seguir jugando al balompié, a pesar de que un entrenador de los que había tenido le había dicho que no valía para jugar al fútbol. Tampoco le iba a importar dejar a sus compañeros de siempre para ingresar en un nuevo grupo de jóvenes. El club zapillero llegó a pedir 350.000 pesetas por él. Finalmente se contentó con la mitad, 175.000. Parte de ese dinero salió de la recaudación de las donaciones que consiguieron amigos y familiares, quienes pidieron ayuda en Almería por la liberación del jugador. La otra mitad salió del bolsillo del delegado del Roquetas, Paco García Rodríguez, quien apostó por José y se lo llevó al CD Roquetas. A pesar de ser un juvenil, fue un traspaso muy sonado a nivel local por las circunstancias en las que se produjeron.

Aquella temporada pasó a jugar en varias ocasiones con el primer equipo del CD Roquetas, que jugaba en Tercera. Lo supo aprovechar y se quedó en él. Llegó a meter cuatro goles al Carboneras en su cuarta participación con el primer equipo. Fue uno de los máximos goleadores del Roquetas a pesar de ser de los más jóvenes.

Nace la historia de amor entre Ortiz y el Almería.

En el verano de 1997 llegó la oferta soñada para José. El entonces Almería Club de Fútbol llamó a la puerta. El zapillero no se lo pensó y con enorme satisfacción firmó su primer contrato con el Almería. No fueron fáciles sus primeros años en el club rojiblanco. En las dos primeras temporadas alternó con el primer equipo, que jugaba en Segunda B, y el filial. Con éste ascendió de Primera Regional a Preferente ese mismo año. Al primer equipo no le fue bien y descendió a Tercera en la campaña 98-99.

A nivel personal, todo le fue mejor en ese verano de 1999. Conoció a su mujer, con la que a posterior tendría dos hijos, y vistió la camiseta de España con la selección de fútbol playa. Como buen zapillero le gusta el mar y por aquel entonces decidió apuntarse al campeonato de España de fútbol playa. Tan bien le fue que llegó a clasificarse con su equipo a la fase final celebrada en Cádiz. Alcanzó hasta las semifinales. Su gran participación en el torneo llamó la atención de la selección absoluta. Llegó a disputar un amistoso, junto a legendarios jugadores como Butragueño, Gordillo o Míchel y junto a Amarelle, el más laureado sobre la arena. Los técnicos metieron a aquel jóven futbolista en la agenda y más tarde fue llamado para disputar la Copa del Mundo celebrada en Alicante, donde llegaron hasta la final, perdiéndola ante Brasil, y a la Liga Europea, donde se colgó la medalla de oro en Mónaco. Ese oro es un recuerdo inolvidable para José en esa etapa, donde con orgullo representó a su país y según declaraciones suyas se le ponía los pelos de punta cada vez que escuchaba el himno nacional. José es de los que tienen sentimiento, algo que escasea en el fútbol de hoy en día.

Volviendo a su vida sobre el césped, con el Almería en Tercera, la directiva partió de cero. Apostó por gente de la casa. Obviamente José fue uno de los integrantes de esa plantilla, pero sólo hasta diciembre. En ese mercado invernal ocurrió algo excepcional en la trayectoria del almeriense. Salió de su tierra para jugar en otro equipo. Lo hizo en el Ravenna, de la Serie B de Italia, quien ofreció un buen dinero al Almería para llevárselo.

Su etapa en Italia fue corta. Jugó tan sólo lo que quedaba de temporada, puesto que terminó contrato en junio de 2000. Disputó once partidos con el Ravenna. Como curiosidad, llegó a marcar en su debut, que fue su único gol con dicho equipo.

Ese verano de 2000 volvería al Almería, cerrando ese paréntesis de su aventura italiana. José quedó sin contrato y el club rojiblanco lo acogió de nuevo para rehacer un vínculo que ya sería indestructible. El almeriense entregó su corazón para siempre al club rojiblanco y éste confió en el jugador a pesar de los inconvenientes del camino. Nada más volver a Almería, la mala fortuna se cegó con el jugador, teniendo la lesión más importante de su carrera. Se rompió el menisco externo. Perdió así parte de la temporada y Juan Martínez Casuco, técnico del Almería entonces, decidió dejarlo sin ficha en invierno. Fue un palo duro para José, pero no le quedó otra que afrontar la situación con sacrificio. Trabajó sin parar en su recuperación de rodilla y una vez rehabilitado, se entrenó para llegar a un óptimo nivel para la siguiente temporada. Así fue y Casuco contó con él a partir de entonces. Precisamente en esa temporada José tuvo una aportación muy importante en el equipo. Se perdió tan sólo tres encuentros en toda la temporada y llegó a hacer nueve goles. Eso ayudó para que la temporada a nivel colectivo fuera brillante, alcanzando la liguilla de ascenso a Segunda y consiguiendo subir tras ganarle al Real Madrid B.

La etapa dorada de Ortiz.

El Almería ya había pasado a ser Unión Deportiva y dejaba así una triste etapa de una Almería dividida con el Almería CF y el Polideportivo Almería. Ahí comenzó la mejor época de la historia del fútbol almeriense y en ella José estuvo presente. Fue sumando partidos con el equipo de su tierra temporada tras temporada, ayundando a salvar al equipo del descenso en los primeros años. El objetivo para aquel humilde Almería era la permanencia. El club se fue afianzando en la categoría y avanzó en sus metas a partir del 2005, con Paco Flores en el banquillo. Precisamente fue este entrenador quien más confió en José y fue con él cuando más relevancia tuvo en el equipo, liderándolo en todas las facetas con el brazalete de capitán. La continuidad de Paco Flores fue Unai Emery y llegó la temporada del ascenso. En ella José tuvo una participación crucial, llegando a hacer 10 goles. Como para todo almeriense, aquel 19 de mayo de 2007 quedó para siempre como uno de los días más felices de su vida. Además, fue él quien abrió el marcador ante la Ponferradina. Puso el empate, resultado que ya valía para convertir al Almería en equipo de Primera treinta años después.

Siempre generoso con los demás, el dorsal número 10 utilizó uno de los momentos más gloriosos de su carrera para homenajear a otro grande del fútbol almeriense, Juan Rojas. En la celebración del ascenso sobre el campo, se puso la zamarra del mítico jugador almeriense, quien tiene una trayectoria parecida a la de José, y dió la vuelta de honor para hacerlo bajar del cielo y convertirlo en uno más en esa tarde mágica para Almería.

Debutó en Primera en el mismo partido que lo hizo el equipo, ante el Deportivo en Riazor, con el brillante resultado de 0-3. Ahí pasó a ser un mito como futbolista, consiguiendo jugar en todas las categorías del fútbol español con el equipo de su tierra. A partir de ahí, su participación en el periplo del Almería en Primera fue menguando paulativamente, pero siempre supo ayudar al conjunto de una forma u otra. Se convirtió en el mejor revulsivo del equipo y así Unai Emery lo utilizó mientras dirigió el banquillo rojiblanco.

Un momento muy esperado por él, y por toda la hinchada, fue su primer y único gol en la máxima categoría del fútbol español. Le dió una importantísima victoria al Almería frente al Xerez y volvió a utilizar su momento para cedérselo a su madre, fallecida el verano anterior.

En los cuatro años del Almería en Primera sumó 86 partidos. Siempre que saltó al terreno de juego con la elástica rojiblanco dejó algún detalle que permitió mejorar al equipo, bien atacando, defendiendo, centrando o provocando penaltis y faltas peligrosas. Aún así nunca más tuvo continuidad con ningún entrenador, algo que la grada almeriense nunca comprendió. En 2010 le cumplía contrato y aunque hubo algo de incertidumbre, José y el Almería siguieron vinculados por dos años más.

El adiós de Ortiz.

En el 2011 el club rojiblanco perdió la categoría y la temporada 2011-2012 supuso el regreso de José, junto a su equipo, a Segunda. En la categoría de plata tampoco le dieron confianza y sólo fue utilizado en la recta final. Jugó los últimos cuatro partidos de titular. Todos se ganaron y él tuvo una actuación destacable. Demostró que aún le queda fútbol en sus botas.

La directiva almeriense no pensó lo mismo dejando sin renovación al futbolista que más veces ha vestido la rojiblanca. Eso sí, le dejó las puertas abiertas para cuando decidiese colgar las botas pudiese seguir vinculado al equipo de su vida. Atrás quedaron más de 300 partidos y más de 40 goles como rojiblanco, el último ante el Barcelona B el 12 de mayo de este año.

Terminada la relación futbolista-club, lo último fue dar el adiós. Quizás fue lo más difícil de hacer en toda la carrera de José. Lo retrasó unas semanas y cuando creyó preparado dió una emotiva rueda de prensa en las instalaciones del Mediterráneo. Llegó a plasmar lo que sentía con una frase que emocionó a todos los asistentes, en la cual comparó el adiós a un club al adiós definitivo a la vida, "Si mi madre, en los momentos más duros de su vida aceptó la muerte, ¿no voy a aceptar yo que me voy del Almería"?". La lección que le dió su madre, la utilizó para dárnosla a todos los seguidores almerienses.

A pesar de todo lo conseguido a nivel individual y colectivo, no se cortó en su despedida sobre lo que aún se podría alzanzar. A principio de siglo, cuando el Almería jugaba en Tercera y Segunda B, José llegó a dar unas declaraciones en las que ponía como finalidad llegar con el equipo rojiblanco a Primera. Excepto él, nadie se le pasó por la cabeza tan locura por aquel entonces, sin embargo con los años acabó pasando. Pues, en la despedida volvió a ser ambicioso. No tuvo reparo en decir que estaba orgulloso de haber jugado en Primera y haber llegado a las semifinales de la Copa del Rey, pero además señaló que "faltó ese pequeño paso de llegar a la final de la Copa del Rey y llevar el nombre de Almería por competiciones europeas". Ahora no me cabe la menor duda que algún día esto pasará. Es profeta de Almería.

"Sólo ánimos y sin reproches, la cabeza alta y la conciencia tranquila" fue la última frase del escrito que leyó en la rueda de prensa que dió el 29 de junio de 2012 para despedirse. Una frase que enseñó Paco Flores en su paso por el banquillo almeriense y adoptó José para su vida. Lo dió todo por el Almería, y lo seguirá dando en otras facetas deportivas de la entidad, como él y la directiva quieren.

Almería queda sin un mito como jugador.

Se hace raro hacerse a la idea. José ya no es jugador del Mediterráneo. Por primera vez la UD Almería no tendrá en sus filas a este jugador. Por primera vez el Almería, salvo que cambien las cosas, queda sin almerienses en la plantilla. Ese que ama el escudo como cualquier aficionado no estará en la plantilla. La afición no tendremos esa figura con el número 10 que nos representaba en el terreno de juego ¿Quién nos levantará ahora de los asientos para recibir o despedir a un jugador? Siempre ocurría con él al grito de "¡Ortiz, Ortiz, Ortiz...!"

También la plantilla quedó con menos entidad. Se marchó un hombre de equipo. Una pieza que unía el vestuario y le daba unos valores humanos que faltan hoy en día en el fútbol. Su humildad no podrá ser reemplazable. Tampoco su amor a los colores rojiblancos y a la palabra Almería. Cuando informó de su marcha, llegó a despedirse en las redes sociales con un "Almería... te quiero". Desde la infancia tiene a familia y tierra como estandartes de su vida. Siempre volcado con los suyos. Siempre al servicio de Almería.

Se fue el jugador Ortiz, u Ortiz Bernal como quedó su nombre futbolístico tras el fallecimiento de su madre, pero nunca José el aficionado. A la misma vez que fue futbolista, fue hincha, algo que lo seguirá siendo hasta el fin de sus días. Su capitanía en el campo la ha cedido, pero no será así en la grada. Continuará guiando a una afición que lo tenemos como el líder de la manada. En la despedida dió otra lección que el seguidor almeriense nunca debe olvidar: "nada es eterno, excepto la afición y el club". Son palabras de capitán.

Con él nacimos. Con él subimos de categorías, desde Tercera hasta llegar a lo más alto. Con él construimos la historia. Si hoy tenemos un Almería grande, el primer responsable se llama José Ortiz Bernal.

La directiva lo dejó fuera. Nunca lo haremos la afición. Fue, es y será nuestro guía a seguir. Es el mesías. Siempre Ortiz.

Gracias Capitán.

2 comentarios:

Nico García dijo...

GRAAAAANDE VÍCTOR. LO MÁS GRANDE QUE HAS ESCRITO NUNCA!!!

PD: En la celebración del ascenso sobre el campo, se puso la zamarra del mítico jugador almeriense, quien tiene una trayectoria parecida a la de José, y dió la vuelta de honor para hacerlo bajar del cielo y convertirlo en uno más en esa tarde mágica para Almería.

pff....

GOL Y PUNTO dijo...

Me gusta mucho tu blog, ya soy seguidor y me gustaría que tu también lo fueras del mio.

http://golypunto.blogspot.com.es/

Un saludo.

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